jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Por qué entré a la carrera de Letras?

Muchas personas me lo han preguntado, en clases también, y ni se diga la familia. Pero quien más se ha cuestionado este por qué he sido yo.

De seguro agregarán otro '¿por qué?' o 'nadie te obliga a estar en Letras' (otra frase común dentro de los salones de esta licenciatura), pero ha sido una respuesta difícil de dar. La carrera me ha decepcionado, es verdad, pero es difícil identificar cuál es el factor. Aún con la incógnita, prefiero acabarla, ya que hay ciertos campos donde creo poder realizarme, como la lingüística o la edición. Lo que sí puedo afirmar, es que estar en Letras ha hecho que lea menos por gusto de como acostumbraba.

Cuando era niña, incluso antes de aprender a leer, los libros ya me fascinaban. Jugaba a 'hacer libros' doblando hojas para que quedaran de esa forma y los encuadernaba. Al ya tener la habilidad, los libros que más pasaban por mis manos eran enciclopedias infantiles que anteriormente habían sido de mi hermana mayor. Los adoraba y podía releerlos muchas veces, y quizá eso provocó que fuera de las 'ñoñas' del salón.

Como mi madre trabajaba para la SEP, solía traerme materiales como libros-álbum o diversas presentaciones de libros infantiles. Pero fue hasta los nueve años que mi hermana me acercó un libro que hasta el día de hoy recuerdo con cariño: 'El diario de Anne Frank'. Podría culpar este momento y la posterior devoción que le tuve a que haya acabado en Letras. Idolatraba que una niña pudiera escribir.

Por ello incliné mi atención a las materias de español. Mis maestras siempre comentaban que redactaba con bastante facilidad, y fue algo que me sirvió hasta la preparatoria. Era de las pocas chicas que no tuvo que cuestionarse mucho sobre qué quería estudiar. Desde que comenzaron a realizarme esa pregunta, yo respondía con orgullo: 'Letras'.

Antes me visualizaba como escritora, 'escribo donde nadie lee', le decía a mis amigos y compañeros de la preparatoria, Pero la verdad es que nunca escribí todo lo que deseaba por el miedo de 'lo haré mal y alguien se burlará', generalmente sólo redactaba cuando lo sentía muy necesario.

Mi papá fue quien me introdujo a las lecturas más maduras. Desde que tengo memoria, él ha sido un gran lector, y al estar en un club de lectura, me conseguía más libros. Nunca tuve 'llenadera', incluso la bibliotecaria de mi preparatoria ya no me pedía la credencial ni me cobraba si tardaba en devolver un libro.

En esa biblioteca fue donde me acerqué a Paz, a Sor Juana, entre otros, pero creo que los autores que más me marcaron durante mi adolescencia fueron algunos que leí durante la secundaria, como Carlos Ruíz Zafón (es el único escritor del que he leído toda su obra) y Stephen King con su 'Carrie'.

No encuentro esa misma pasión que tenía antes, pero sí me he desempeñado bien como editora o corregidora de estilo. Le he corregido a mi hermana sus tesis, por ejemplo, cuando todavía ni he realizado alguna, y actualmente hago mis prácticas en la editorial web de un periódico. Sin embargo, todavía siento que algo se ha perdido, pero que podría rescatar después al titularme y tener la oportunidad de hacer una especialidad.

-VFI

3 comentarios:

  1. Hola, Veronica. Yo también siento cierta desilusión parecida a la que manifiestas. Pero encuentro la cura casi en automático al leer textos que me regresan los bríos de la juventud, ver grandes películas que inspiran, escuchar las voces de expertos que motivan a imitar sus caminos. Saludos.

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  3. Creo que todos estamos de acuerdo en que el desencanto nos ha atacado en algún momento de la carrera. En mi caso, las experiencias que he tenido trabajando con literatura o lengua me animaron a explotar mis propios límites y a renovar mis aspiraciones.

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